Dirty Pop, el documental que expone la estafa millonaria

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Mi locura tiene un método. Como empresario, siempre hay que apuntar a aquellos mercados que ofrecen el mayor rendimiento posible de tu inversión. Puede que algunos no estén de acuerdo conmigo, pero mi sensación es que los jóvenes artistas hombres son más fáciles de entrenar que las chicas. Con esta elaborada idea, el productor Lou Pearlman definió en su libro Bands, Brands and Billions: My Top 10 Rules for Making any Business Go Platinum por qué decidió apostar a ser productor de grupos musicales integrados por varones.

En esas líneas que expuso ante el mundo, Pearlman sintetizaba las razones que lo llevaron a ser uno de los creadores de boy bands más exitosos del mercado. Entre otras, ayudó a formar a Bakstreet Boys, *NSYNC, Take 5 y Natural, entre otras.

Sin embargo, detrás de todo ese armado, había otros intereses que lo movían. La oscuridad y el delito que se escondía entre bambalinas fue registrado con mucha astucia por los creadores del documental Dirty Pop: La estafa detrás de las boy bands, una de las docu-series más vistas del último tiempo.

Louis J. Pearlman había nacido el 19 de junio de 1954 en Queens, Nueva York. Hijo de una pareja que tenía más de 40, su vida tuvo momentos de sobreprotección al ser hijo único. Me trataban más como un invitado especial que como un hijo. Nuestro departamento tenía una sola habitación y me la dieron a mí. Ellos dormían en el living, recordó en sus memorias.

El productor creció alrededor de muchas amistades, según contó. Nunca tuve miedo de hacer nuevos amigos. Nunca fui atlético, pero sí muy popular en el barrio, lo que generaba confianza. Tuve la certeza, gracias a mis padres, de que podía hacer cualquier cosa que me proponía.

En lo que siempre tuvo éxito Pearlman fue en vender. Toda su vida estuvo relacionada con esa área, cuya intensidad fue creciendo exponencialmente a medida que avanzó hasta convertirse en productor musical.

Lou Pearlman hablaba permanentemente con la prensa. (Foto: AP)
                  Lou Pearlman hablaba permanentemente con la prensa.

De acuerdo a la descripción del material de archivo de la docu-serie, uno de los sectores en los que se destacó y sacó mucho rédito económico fue el del marketing de diferentes marcas importantes de hamburgueserías, bebidas o supermercados.

Para eso llevó adelante campañas aéreas con un tipo de formato que se popularizó entre los ‘80 y los ‘90: los grandes zepelines alemanes que llevaban enormes carteles de las marcas que promocionaban. Eso lo ayudó a formar su empresa Trans Continental que sirvió como punta de lanza para lo que vino después.

Varios accidentes que hubo de las enormes aeronaves lo llevaron a ir dejando esa negocio, aunque el trasfondo de todo era más oscuro que un simple accidente sin consecuencias trágicas. En paralelo saltó al vacío a otro espacio radicalmente diferente: la creación de un sello discográfico para lanzar bandas musicales lideradas por chicos.

A través del documental Dirty Pop: La estafa detrás de las boy bands, las personas que rodearon la vida de Pearlman hablan sobre lo que significó el productor en sus vidas, tanto para lo bueno como para lo malo: desde algunos cantantes de Backstreet Boys hasta la mujer que se conoció como su novia dan sus testimonios.

Además de la gran cantidad de entrevistas que se reparten en los tres episodios de la serie, el material de archivo aporta la cuota histórica de la vida de Pearlman. A su vez, hay un gran contenido judicial, ya que el productor tuvo varias causas que lo llevaron a la cárcel.

Entre los cantantes que pusieron la cara están AJ McLean y Howie Dorough de Backstreet Boys; Chris Kirkpatrick, de *NSYNC; Erik-Michael Estrada, de O-Town; y Patrick King, del grupo Natural.

Con matices, cada uno habló de cómo fueron estafados por Pearlman, aunque algunos rescataron el valor de haberlos lanzado a la fama. Sin embargo, la oscuridad del productor quedó en evidencia por el sistema que montó detrás de las bandas.

La serie de tres episodios, también, expuso originalmente la visión del productor. Por intermedio de una Inteligencia Artificial se recreó la voz y la figura del productor como si estuviera hablando. El contenido de lo que se vio sí era de su propia factoría ya que los realizadores usaron material de la biografía que se cita en esta nota.

Tras el apogeo, el éxito y la inmanejable cantidad de empresas que construyó y ayudó a armar Pearlman, a principios de la década de 2000 todo se fue yendo cada vez más a pique. El suicidio de uno de sus empleados y mano derecha de él precipitó que el FBI empezara una investigación, sumado a otras denuncias que venía recibiendo.

Pearlman nutría a su emporio a partir de recaudar fondos de maneras poco convencionales. Lo que ayudaba a construir era la fachada de lujo que les mostraba a todas las bandas que iba creando, cuando en realidad detrás de todos los contratos que había estaba la verdadera productora musical que registraba todo.

Lo que hacía el productor era usar la figura de las boy bands, sus giras, sus proyectos audiovisuales y los reality que creo para conseguir dinero circulante a través de diferentes inversores a los que les prometía devolverle el préstamo con intereses exponenciales.

Esto nunca terminaba de ocurrir y ahí empezaron sus dolores de cabeza. Cuando varios aportantes a su causa le empezaron a reclamar por ese dinero, sus firmas empezaron a caer una por una. Pearlman se transformó en una persona que no generaba confianza y el FBI sospechó de lavado de dinero.

Su suerte estaba cantada. Con toda la policía a punto de irlo a buscar, Pearlman salió de los Estados Unidos para viajar por el mundo en un presunto viaje de negocios. En realidad, se estaba escapando. En 2007, mientras comía algo en el hotel de Bali en el que se estaba hospedando, fue detenido por la Interpol y deportado a su país.

La caída del productor fue un golpe para muchos artistas que habían confiado en él. El documental no aborda el tema de las denuncias por abuso sexual tuvo, aunque no tuvieron impacto en la Justicia. Durante mucho tiempo hubo sospechas de pedofilia en su entorno, pero nunca se comprobó.

El ciclo periodístico expuso la magnitud de la estafa que cometió Pearlman, tras haber sido detenido en 2008: fueron 500 millones los que se robó, de los que solo se pudieron recuperar 10. El 19 de agosto de 2016, el productor murió en la cárcel donde estaba preso por lavado de dinero. Tenía 62 años y estaba solo. Tardaron varios días en pedir su cuerpo, porque no tenía familiares que lo reclamaran: al funeral solo fueron cinco personas.

 

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