1979 marcó un hito en la historia de la música. En esa fecha, la compañía holandesa Philips presentó al mundo el disco compacto (CD) y su reproductor, una innovación que cambiaría para siempre la manera en que las personas disfrutaban de la música. Hasta entonces, los discos de vinilo y las cintas de casete dominaban el mercado, pero esta nueva tecnología prometía mayor calidad de sonido, durabilidad y facilidad de uso.
El desarrollo del CD no fue obra de una sola compañía. Sony, al enterarse del avance de Philips, comenzó a trabajar en su propia versión del formato. En lugar de competir, ambas empresas decidieron unir fuerzas y estandarizar el producto. Así nació el disco compacto de 12 cm de diámetro, acompañado del primer reproductor comercial, el Sony CDP-101, lanzado en 1982.
Un impacto revolucionario:
El impacto del CD fue revolucionario. A medida que los consumidores descubrían sus ventajas -una reproducción de audio sin los crujidos del vinilo, la posibilidad de saltar de pista con facilidad y su menor tamaño-, su popularidad creció exponencialmente. Nueve años después de su gran presentación, el CD se convirtió en el formato dominante, desplazando al vinilo y marcando el inicio de una nueva era en la industria musical.
El auge del CD simbolizó el avance de la digitalización en la música, estableciendo un precedente para futuras tecnologías, como los formatos digitales y el streaming. A pesar de que décadas después el vinilo viviría un resurgimiento, quién dice que este formato no vuelva a tener su momento.
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