Sindicato del Drone cree en el poder trascendental del sonido

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Solemos pensar en la música usando medidas de tiempo: lo que dura una melodía, una canción, un disco, un show. Pero, ¿cómo suena una música que pretende detener el tiempo? Una música que convierte al sonido en textura y al tiempo en un espacio que explorar. Una vibración infinita, sin principio ni final. 

El Sindicato del Drone toma su nombre de The Dream Syndicate, el grupo fundado por el músico estadounidense La Monte Young, quien había sido cercano a la escena de jazz de Los Ángeles durante los años 50, hasta que un viaje conoció la música hindustánica tradicional de la India, Pakistán y Bangladesh. Este estilo, que tiene una gran dependencia del drone -un sonido constante que se convierte en una base estática- resonó profundamente en Young, y lo llevó a componer obras que buscaran suspender el tiempo y crear un estado de música eterna.

El proyecto está representado por seis integrantes con antecedentes muy variados: Mariano Rodríguez -guitarrista vinculado al under porteño en los 90-, Jonah Schwartz -cantautor también conocido como Diente de Madera e integrante de las bandas Los Álamos y Springlizard-, Pablo Reche -artista sonoro con 30 años de exploración en el drone y el noise-, Clara Ruocco -editora, lingüista e historiadora científica, Flora Dido -gestora cultural y DJ-, y Nicolás Aimo -productor, ingeniero de sonido e integrante de la banda Nadar de Noche. 

Cada presentación del Sindicato incluye un lineup distinto y particular para esa ocasión; por sus filas han pasado músicos como Federico Durand -creador de música ambient a través del uso de cintas de cassette-, Nina Corti -la artista sonora conocida como Qoa-, Selva Aimé y Alan Serué -quienes forman el dúo ambient América Analógica-, y Cristián García Laborde -músico de drone electrónico conocido como Koiwa-, entre muchos otros artistas de la escena. Sin embargo, el grupo también busca incorporar a no músicos a su formación, en un interés por revalorizar el aspecto más lúdico y social de juntarse a hacer música. 

El Sindicato tiene su prehistoria en algunas presentaciones en vivo entre Mariano Rodríguez, Jonah Schwartz y Federico Fossati, músico y luthier de flautas también conocido como Pan del Indio; pero el primer experimento formal fue en mayo de 2022 en la carpintería Becca Estudio en Temperley, y consistió en un total de 22 músicos y amigos, y un poco más de 30 minutos de caos sonoro. Ensayo y error: unos meses después volverían a intentarlo, no sin antes escribir un manifiesto.

El Sindicato del Drone es una formación colectiva y fluctuante de personas, comienza el texto y más adelante establece el objetivo de la organización: “El SDD busca la disolución del ego del artista en un ejercicio de renuncia consciente que explora en la expresión colectiva y en la expansión sonora una conexión con los aspectos tribales de la ejecución musical y el carácter espiritual y trascendental de la música drone.

En un esfuerzo de no convertirse en una banda de drone, el Sindicato busca ser más un momento de comunión en tiempo presente. Por eso tampoco ensayan, sino que preparan sus presentaciones con partituras y algunas indicaciones mínimas: tocar la menor cantidad de notas o sonidos posibles, y hacer durar esos sonidos el mayor tiempo posible. 

A mí me genera un alto grado de concentración -describe Mariano Rodríguez en conversación con Indie Hoy-. Me cuestan los primeros cinco minutos, cuando todavía no entiendo muy bien qué está pasando. Y a partir del minuto 10 puedo estar ahí horas y horas sin salir de ese estado. Para mí tiene que ver con eso, habitar el sonido. No veo límites entre tocar la guitarra o hacer drone. todo es habitar el sonido. No importa si es tocar blues, folclore o tocar música sacra. Es todo un mismo universo sonoro con distintos polos.

Yo entro más por el lado sonoro -dice Nicolás Aimo-. Recuerdo la primera vez que tocamos en la capilla del Cementerio Británico y sentir que se armaba una pared sonora colectiva. Había violines, cellos, contrabajos, dos órganos (uno de la capilla), y yo estaba sentado en el medio. Favorecido también por la acústica del lugar, pude sentir lo físico del sonido con la vibración de los graves. Se armó como un todo sonoro que no se escucha habitualmente en un show. En un momento sentí que me vibraba todo el cuerpo, era muy intenso.

Yo lo vivo como una experiencia casi extática -admite Jonah-. Me pasa con ciertas cosas en la vida, pero mayormente con la música, que uno llega a algo parecido a una experiencia religiosa, como yo la entiendo. Pero también comparto con Nico que hay una cualidad sonora que me atrae muchísimo y me capta. Lo bueno es que somos un grupo muy distinto. Compartimos varias cosas, somos amigos, pero cada uno trae algo muy distinto. Eso hace que el proyecto sea bastante enriquecedor, para mí.

Es una experiencia muy distinta a la de tocar solo -cuenta Pablo Reche, quien publica discos como solista desde 1998-. Cuando yo empecé a hacer música electrónica estaba solo, y desde entonces nunca estuve en una banda. Sí participé en jams de improvisación un montón de veces con músicos, pero esta es la primera vez que formo parte de una agrupación. Hacemos una música drone, con todo el significado y la teoría de lo que es hacer música drone, así que me siento súper cómodo y feliz de participar.

Cada obra es muy distinta entre sí -señala Flora Dido, quien se sumó a la agrupación cuando el Sindicato tocó en la Manzana de las Luces en junio de 2023-. A veces estoy muy pendiente de cómo suena o cómo debería sonar, y en otras me pierdo y me voy a una meditación profunda. Si bien había escuchado música drone desde siempre con John Cale y la Velvet, Terry Riley, La Monte Young, nunca se me había ocurrido incorporarlo a tocar en vivo y llevarlo tan al extremo como con el Sindicato.

A nivel físico, siento que el tiempo se pasa muy rápido -dice Clara Rucco acerca de tocar en el Sindicato-. Arrancás a tocar y aparece otra percepción del tiempo. Y también empezás a tomarte en serio escuchar qué está pasando, como una negociación tácita entre todo el ensamble, de manejar las modulaciones, los volúmenes. No es que no podés tocar más alto, pero de alguna manera tenés que estar disponible interiormente para escuchar y participar sin robar cámara. 

No hay presentación en vivo del Sindicato que sea igual a la anterior o la siguiente. El grupo prepara sus piezas teniendo en cuenta el espacio en donde van a tocar y los instrumentos a disposición. En la última edición del festival Mutek, por ejemplo, tocaron con flautas, cellos, órganos y cuatro shruti boxes, el instrumento de la India que ilustra el logo de la agrupación junto al lema El sonido dignifica.

 

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